El arte es una fuerza propulsora de la integración social, contribuye a la inclusión del individuo y de las comunidades. El arte dota a hombres y mujeres para no ser extraños en su propio ambiente ni forasteros en su propio país. El arte supera la despersonalización, sitúa al individuo en su lugar y consolida y ensancha ese lugar.
Esta realidad es vivenciada por generaciones de universitarios en las experiencias generadas por el Instituto Escuela Nacional de Bellas Artes (IENBA) desde la década del 60 a través de las campañas de sensibilización, ventas populares, y en las pinturas murales, actividades llevadas adelante en estrecha relación con la gente.
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